Propósitos de la predicación – Homilética II

¿Para qué predicar? ¿Acaso no es solo hablar palabras relacionadas a la Escritura? En esta entrada estudiaremos los propósitos que la predicación tiene, ¡y vaya que no es solo hablar por hablar!

Una cruz

Estás reunido con tus amigos, todos en círculo y platicando. De repente, la intensidad de la plática empieza a bajar o algunos se quedan quietos y parecen aburridos… es el momento perfecto para contar un chiste. Todos se ríen. A algunos hasta les salen lágrimas de tanta risa y la conversación vuelve a retomar su ritmo. Tú te quedas satisfecho por haber «salvado» el momento del aburrimiento.

Si tomamos el ejemplo anterior, ¿por qué se contó el chiste? ¿Cuál era el propósito de hacerlo? Obviamente, el propósito era no permitir que la conversación se estancara, y sobre todo, tener un momento de diversión. Así como en esa situación la acción específica de contar un chiste tuvo un propósito – divertir – así la predicación tiene un propósito, un objetivo. Predicar no es tomar la Biblia, escoger un verso al azar con el dedo y dar una opinión acerca de él. Predicar va más allá del mero arte de producir un sermón ordenado y lógico, ya que predicar sin un objetivo o sin un propósito es una de las razones por las que muchos han salido de la iglesia.

El peligro de no tener un propósito

Cuando la predicación no tiene un objetivo claro se vuelve aburrida para las personas. Es como si alguien te dijera «te contaré acerca del accidente que tuve ayer» y comenzara a contarte todo lo que le pasó hace 2 años en una «situación similar», que de similar no tiene nada. Lo que tú esperarías sería escuchar lo que vivió el día anterior, no algo que carezca de relación a su accidente. Esto causaría que perdieras interés en su conversación, porque se alejó del tema del que según te iba a comentar. ¿Te ha pasado en alguna ocasión? A mí sí y no es agradable. Un predicador que no le apunta a nada no va a pegarle a nada, y si aunado a eso la predicación es larga y aburrida, el predicador no puede esperar que la gente lo escuche. Al contrario, las personas sólo se sentarán por costumbre y respeto, pero no pondrán atención.

El propósito del mensaje debe estar presente todo el tiempo mientras nos preparamos. Debemos saber qué vamos a predicar, por qué lo vamos a predicar y cómo vamos a hacerlo. Hay propósitos para la predicación, tanto generales como específicos, y debes mantenerlos en mente mientras das el sermón. ¿Listo para conocer los propósitos de la predicación?

  • Hacer que la gente esté consciente de Dios y lo experimente en vivo

Una persona dormida en la iglesia.

Una vista muy común desde el púlpito.

La gente debe estar consciente de lo que Dios quiere para sus vidas. El predicador debe exponer su mensaje de tal forma que la gente crea en Dios como alguien vivo, que tiene conocimiento y poder. La predicación es anunciar a Dios, y el predicador debe no sólo predicar el evangelio, sino comunicarlo, hacer que la gente tome el mensaje como suyo. Si el predicador habla de forma aburrida o sin interés, no estará comunicando su mensaje.

Si la gente empieza a divagar en su mente, la culpa es del predicador. Si la atención de las personas deja de estar en Dios para irse a su trabajo o sus quehaceres, la culpa es del predicador. Una recepción pobre es el resultado de una predicación débil, porque la responsabilidad del predicador no es solamente anunciar la verdad, sino presentarla y entregarla a las personas de forma en que conecte a Dios con Su pueblo. ¿Qué pasa cuando el predicador se para en el púlpito y la gente empieza a divagar en su mente? Eso afecta sus vidas y los desconecta de Dios. El acto de predicar es completo únicamente cuando el evangelio ha sido comunicado de tal manera que el oyente no sólo oiga, sino que entienda. Por ejemplo, si la redención, la gracia, la santificación, la fe y conceptos similares no son entendidos felizmente por la congregación entonces el predicador tiene que ajustar su mensaje para que la gente comprenda y tenga la oportunidad de experimentar esas cosas en su vida, de parte de Dios.

  • Es una posición en contra del humanismo

El humanismo se define como una actitud que prefiere el pensamiento crítico y las pruebas palpables en vez de la fe. Es poner al hombre como el centro de todo, separándolo de Dios. La predicación, como ya vimos, es que la gente experimente a Dios, por lo que se postula como adversaria del humanismo secular que buscar entender al hombre y el mundo dejando a un lado la fe.

  • Revelar la relevancia de la vida para ciertas situaciones

La predicación debe ser aplicada a la vida porque el evangelio es predicar buenas nuevas. Si le mostramos a la gente algo «seco», que no tiene mayor significado para ellos entonces no les servirá en su vida. Por ejemplo, si hablamos de la gracia y damos todos los versos que hablen sobre ella y hablamos y hablamos de ella sin claridad y sin explicarla de una forma que sea aplicable a la vida, entonces la gente no podrá asirse de ella. Si la información que damos es inutilizable en la práctica entonces no va a ser efectiva.

Una persona dándole una fruta a otraTenemos que predicar de tal forma que la gente tenga algo para llevarse a casa; algo aplicable, que disfruten, como una fruta. Al predicar una verdad es como si esa verdad estuviera pendiendo de la rama más alta de un árbol: nosotros tenemos que subir y traer esa verdad a las personas; debemos hacer que lo difícil de entender se vuelva fácil de entender. Predicar es «traducir» el evangelio, para que el mensaje baje a la tierra, a la vida de las personas y entonces ellas puedan aplicarlo a sus propias vidas.

 

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

Isaías 61:1-3

El Señor Jesús muestra que uno es ungido para predicar, y esa predicación resulta en buenas nuevas, sanidad, libertad, comodidad, gozo y así sucesivamente. Vemos que el propósito de la predicación es que produzcamos cambios en las vidas de las personas. No debemos ser vagos o con poca claridad; no debemos quedarnos en lo alto de manera que ni siquiera capte nada la gente. No debemos ser tan estudiados de manera que la gente no entienda. La gente necesita y quiere oír verdades para su vida. Ellos quieren oír palabras y verdades que los consuelen y los sanen, palabras que los liberten y los levanten. Debemos buscar la sencillez divina cuando predicamos cosas divinas, pues esto es lo que Jesús mismo hacía.

Él predicaba un evangelio aplicado a la vida diaria de las personas; él hablaba de un sembrador, de pescadores, de jueces, viudas, pobres y ricos. Hablaba de mercaderes en busca de perlas preciosas, o de pastores que buscaban con afán a aquella oveja que se había perdido; hablaba de cosas que la gente conocía, y que estaban directamente relacionadas con su vida día con día. Debemos recordar que la gente está conformada por cuerpo, alma y espíritu: puede que seamos muy espirituales, pero la gente es muy natural. Jesús mismo, el Hijo de Dios rebajó Su mensaje a la tierra, para que fuera aplicable a la vida de las personas, y era muy cercano a las personas. Nosotros no debemos ser impersonales, fríos, indiferentes, sino que debemos presentar la verdad buscando que ésta llegue al corazón de las personas, sencillamente, para que la apliquen a sus vidas.

  • Persuadir a los hombres a que crean el evangelio y lo vivan

Predicación es llamar a alguien a un lado con el propósito de decirle algo importante. Encierra la idea de encomendar y suplicar. El predicador es llamado a hablarles a las personas para que no sólo crean, sino que vivan el evangelio. Que ellos sepan quién es el Camino, la Verdad y la Vida. El evangelio no es un consejo o algo hipotético, es algo real.

El predicador es totalmente franco, porque para él todos los asuntos son de vida o muerte. Él debe persuadir al oyente, comprobándole por medio de las Escrituras la verdad de su mensaje; debe tener pasión, emoción, tal como el Señor Jesús se ponía a predicarle a las gentes. El predicador debe descender a la realidad, pues hacer esto es la cura para una predicación aburrida; el evangelio debe ser tan real, tan personal para que la gente se adueñe de él y quiera vivirlo.

  • Ofrecerle esperanza al hombre pecador

El evangelio es buenas nuevas para aquellos que están aplastados por la culpa del pecado. A los hombres no les es fácil creer, y especialmente cuando se trata de perdón. No les es fácil creer que pueden ser perdonados y que pueden comenzar una nueva vida en Cristo. Los hombres no encuentran el aliento para creer esas cosas, a menos que el predicador les traiga esta creencia de las buenas nuevas a través de la persuasión. La responsabilidad del predicador es persuadir al pecador de que hay perdón en para él en Cristo Jesús. El evangelio es la última gran esperanza del hombre, y aquél encargado de proyectar esa esperanza es el predicador. La predicación significa gotas de sudor de parte de los siervos del Señor para la redención del mundo.

Un hombre postrado

El predicador le comunica esperanza y buenas nuevas de salvación al hombre pecador.


 

¿Conoces ahora la importancia de la predicación? Los grandes hombres de Dios a lo largo de la historia que han cambiado al mundo conocían la importancia de predicar efectivamente, y trabajaban con fuerza para cumplir el propósito que Dios tenía a través de su predicación. Es tiempo de comenzar a prepararse; quizás no prediques en un púlpito, pero cuando hables con alguien para hacerle saber de las buenas nuevas de salvación, recuerda debes buscar que esa persona experimente a Dios en vivo.

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