Pensamientos covídicos – Parte 1

2020 ha sido el año de la pandemia. Pero en medio de las situaciones adversas, Dios muestra Su misericordia para con los suyos. En esta ocasión quiero relatar mis experiencias con el famosísimo COVID-19 (¡gracias, chinito come-murciélagos!)

COVID-19… esa palabra que causa pánico en algunos y risa en otros. Lo cierto es que sus efectos son reales y se pueden sentir… pregúntenme a mí.

Hace unos 15 días comencé con los síntomas y me tocó quedarme en casa. Obviamente, mi primera preocupación fue mi granja (si no conoces acerca de mi trabajo, puedes revisar la página de mi negocio acuícola: Mexi Fish.)

Sin embargo, gracias a Dios que Sus tiempos son perfectos. Justamente en el mes de septiembre comencé a tener ayuda en la granja, ya que unos jóvenes estudiantes de la carrera de acuicultura  comenzaron a hacer su residencia profesional conmigo, así que ellos se encargan de todo por el momento.

Jóvenes haciendo su residencia profesional

Estos jóvenes llegaron conmigo por medio de un colega que me preguntó si podía recibir a esos muchachos. Yo no creí que quisieran hacer su residencia en una granja tan pequeña, pero estuvieron dispuestos a hacer el sacrificio de venir... ¡y me han ayudado muchísimo!

Son situaciones como ésta las que me llevan a tomar la iniciativa de escribir esta serie de entradas como testimonio de las maravillas que Dios ha hecho con nosotros.

 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

Lucas 8:39

De la misma forma que el Señor le dijo al hombre que había libertado que publicara lo que Dios había hecho con él, así quisiera tomar yo la oportunidad de compartir con mis lectores algunos pensamientos de lo que he podido experimentar a raíz de esta situación con el COVID-19.

Un COVID leve

Algo por lo cual debo darle gracias a Dios es que la forma en la que nos afectó el COVID-19 fue bastante leve. Mi madre y yo presentamos alta fiebre, tos y pérdida de olfato y gusto.

Sin embargo, fuera de eso no tuvimos mayores complicaciones, gracias a Dios. Mi hermana nos recomendó con un médico excelente y nos dio un tratamiento para ayudar a paliar los efectos de la enfermedad.

Otros hermanos no corrieron mejor suerte. A una hermana en la iglesia le tuvieron que poner oxígeno 24 horas, ya que presentaba baja saturación de oxígeno. Otros hermanos también se sintieron mal y, al presentar padecimientos previos (como diabetes, o hipertensión), son objeto de mayor cuidado.

Esto es lo primero por lo cual quisiera expresar mi gratitud a Dios: a pesar de engrosar el número de casos positivos, no experimentamos síntomas fuertes y Dios mediante pronto podremos continuar con nuestras actividades de forma regular, tomando todas las medidas sanitarias, por obvias razones.

prevencion-covid

Ahora, sí es necesario cuidarnos, pero sin entrar en pánico. En lo personal, creo que el mundo jamás volverá a ser el mismo, y no necesariamente para bien. Pero fuera de ello, es necesario ser precavidos y tomar las medidas sanitarias correspondientes para eviar contagiarnos, pero sin llegar a perder la cabeza por temor a un virus.

Recordemos que Dios tiene el control de todo lo que sucede en este mundo, así que no caigamos presa del pánico. ¡Nos vemos en la próxima entrada!

P.D.: El nombre que le puse a esta serie está basado en los «proverbios antitéticos». Ya saben que me gusta inventar nombres medios locos. 🙂

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